TARTA DE FRESA

Todavía estoy flipando con el montón de regalitos que me hicieron mis amigos por mi cumple, que lo celebré este pasado fin de semana. Además de ropa chula y una súper cámara de fotos nueva, no faltaron los regalos “culinarios”, como una máquina para hacer galletas, un soplete de cocina y un libro de recetas, además de un fabuloso libro del Festival de San Sebastián que me ha encantado, porque a Bea la cocinillas no sólo le gusta la cocina, sino que le apasiona también el cine, que lo sepáis, ¡ja,ja!

No tuve que preparar mucha cena para la celebración, pero sí que quería hacer algo especial para el postre, así que me monté un par de tartas después de charlar, mediante mails, largo y tendido con la paciente Laura, de Tentaciones, que es una maestra tartera. Si no os lo creéis, pasearos por su blog y me daréis la razón.

Hoy os pongo la tarta de fresa que hice, modificando un poco la de limón, que era la original, y que será la próxima entrada, para dosificar tanto dulce rico.

INGREDIENTES

Para la base:

Galletas

Mantequilla

Para el relleno:

500 mililitros de nata para montar

1 tarrina de queso de untar

1 sobre de gelatina de fresa

6 cucharadas de azúcar

Un puñado de fresas

PREPARACIÓN

Lo primero de todo, nos ponemos con la base de la tarta, que será de galleta. Para ello, en el molde elegido echamos la mezcla de galleta triturada y mantequilla, que se habrá hecho una pasta, y la extendemos bien, para cubrir toda la base y, si se quiere, también parte de las paredes del molde.

Para preparar el relleno, en un cazo se echa un vaso de agua y tres cucharadas de azúcar y se lleva a ebullición para que se deshaga. Cuando esté hirviendo, se retira del fuego y se añade el sobre de gelatina de fresa hasta que se disuelva. En un vaso, se reserva un poco, para hacer la cobertura final de arriba.

Al resto del líquido que queda en el cazo se le echa un puñado de fresas, que estarán bien trituradas, lavadas y sin el rabito (por supuesto). Se mezcla todo bien y se reserva.

En un bol, se monta la nata con el queso y otras tres cucharadas de azúcar. Cuando esté bien mezclado, se le añade el contenido del cazo y se vuelve a remover para que se ligue todo bien y le dé el color rosita de la tarta.

Ahora, con cuidado, sobre la base de galletas se echa toda la mezcla y se mete en el frigorífico hasta que se cuaje todo.

Cuando esté firme, se vuelve a sacar de la nevera y se le echa la gelatina que habíamos reservado en el vaso. Guardar de nuevo en frío para que se solidifique.

Sacar cuando se vaya a servir, para que esté bien fresquita.

OBSERVACIONES PARA PRINCIPIANTES COMO YO

Es bien sencilla, pero ahí van algunos consejos:

La base de la tarta se puede hacer de galleta o de bizcocho. Esta segunda era mi primera opción, pero, oye, que fui incapaz de conseguir hacer un bizcocho en microondas, como lo indica Onega en Magia en mi Cocina, que parece fácil, pero a mí se me resistió…y opté por la base de galletas de toda la vida que, además, en casa nos gusta mucho, así que todos contentos.

Las fresas que se añaden a la mezcla de gelatina tienen que estar bien trituradas, para que queden como una cremita y no haya grumos (aunque, con trocitos serían otra opción de tarta, la verdad). Mis amigos me dijeron que el sabor de la tarta les recordaba al helado frigopie y al petit suisse de fresa. Aunque sólo trituré un puñado de fresas, lo cierto es que le dio mucho sabor a la tarta.

Que no os pase lo que a mí, no desesperéis a la hora de que la tarta cuaje la primera vez que la metéis en el frigo. Dadle su tiempo, que yo me pasé las horas abriendo la nevera cada veinte minutos y viendo que “eso” seguía estando líquido….el terror de las principiantes, lo sé, pero tenía mucha “responsabilidad” con mis invitados y ya me estaba viendo en una pastelería para comprar algo rápido porque no me daba tiempo a hacer otra cosa. Pues eso, que de verdad cuaja, os lo aseguro, sólo hay que tener un poco de paciencia.

Hay que tener cuidado a la hora de echar la mezcla ya preparada sobre la base de galletas. Hacedlo despacio para que el chorro no golpee la base de repente y levante alguna parte y os quedéis allí sin base.

Lo mejor es hacer este postre de un día para otro, para que le dé tiempo a reposar y que los sabores se asienten.

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