Con este postre triunfáis seguro… y cuando se lo hayan zampado le decís el ingrediente secreto a vuestros invitados: cerveza negra Guinness. Sí, lo sé, a mí también me echaba un poco para atrás porque no soy de cervezas, pero recordando lo rico que está el bizcocho de vino tinto, me animé a probar. Un postre contundente, eso sí, con un trocito es suficiente y con estos ingredientes sale tarta para una docena de comensales.
Siento no poder poner la fuente porque tenía la receta
guardada de hace taaaanto tiempo que no sé de dónde la saqué. Ahí va:
INGREDIENTES
250 mililitros de cerveza negra Guinness
250 gramos de mantequilla
75 gramos de cacao en polvo
400 gramos de azúcar
140 mililitros de nata para montar
2 huevos
1 cucharadita de esencia de vainilla
250 gramos de harina de repostería
Para el frosting
300 gramos de queso de untar
150 gramos de azúcar glass
360 mililitros de nata para montar
PREPARACIÓN
Se echa la cerveza en una cazuela y se pone a calentar, sin
dejar que llegue a hervir. Cuando esté caliente, se añade la mantequilla y se
remueve para que se deshaga y se mezclen bien los dos ingredientes. Retirar del
fuego y reservar.
En un bol se echan los ingredientes secos (cacao, azúcar,
harina) y se mezcla bien.
En otro bol se mezclan los huevos con la nata y la esencia
de vainilla y se bate bien. Después se añade la mezcla de cerveza y mantequilla
y por último se echa, poco a poco, los ingredientes secos, hasta que quede una
mezcla uniforme, sin grumos.
Se prepara el molde de la tarta engrasando el fondo y
poniendo encima un papel para horno. Se vierte la mezcla y se hornea durante 50
minutos aproximadamente a 180ºC.
Cuando el bizcocho esté frío se le echa por encima el
frosting. Este se prepara mezclando el queso de untar y el azúcar y luego
añadiéndole la nata bien montada, con una espátula, sin remover mucho para
mantener la nata alta.
OBSERVACIONES PARA PRINCIPIANTES COMO YO
Veréis en las recetas originales que también se añaden dos
cucharaditas y media de bicarbonato. La primera vez que hice esta tarta seguí
este paso y en el horno la masa empezó a crecer y crecer hasta que desbordó
todo el molde y me quedé literalmente sin postre. Así que le di una segunda
oportunidad sin el bicarbonato, porque el bizcocho ya sube lo suficiente con la
cerveza y la harina de repostería, que tiene algo de levadura, y esta vez sí se
quedó “atrapada” en el molde.
Para mi gusto, las cantidades del frosting son demasiadas, a
mí me sobró un montón, aunque se come a cucharadas tan ricamente, ¡je,je! Otro
consejo es que montéis muy bien la nata, porque si no no quedará tan compacto
el frosting y no podréis ponerle un alto copete, sino simplemente cubrir la
parte de arriba. Eso sí, yo llevé a la mesa el cuenco con el frosting sobrante
por si algún goloso quería añadir más…¡y los hubo!
Cuando preparéis la masa, veréis que esta queda muy líquida
a la hora de meterla en el molde, pero no os preocupéis porque cuaja, de
verdad, palabrita de cocinillas. Es cierto que queda más líquida que para un
bizcocho normal, pero luego se “convierte” en tarta, os lo aseguro.
Dicen en los blogs de cocina que la textura de esta tarta
cambia de un día para otro: recién hecha está muy suave y luego cobra densidad,
como el frosting. Yo no pude comprobarlo, voló en la cena, sin oportunidad de
catarla al día siguiente.
6 comentarios:
A mi me gustó mucho esta tarta, además no sabe mucho a cerveza,yo la hice de un día para otro, y creo que está mejor.
besos,
Ooooohhhh! Qué buena! Me la apunto!
Un beso!
http://latelierdesara.blogspot.com
Mira que está rica esta tarta,...te quedo tremenda! un besote y buen finde
Qué original y qué buena pinta, Bea! Me animaré a probarlo un día de éstos. Un beso.
TEngo muchas ganas de probarla! así que creo que este finde la hago y congelo para comerlo en dosis, si no los kilos...!
besotes
Publicar un comentario