martes, 21 de junio de 2011

NUEVA YORK I

Lo prometido es deuda y aquí estoy con mi crónica de Nueva York. Me gustaría hacerla más larga y detallada, pero no tengo mucho tiempo (mirad lo que he tardado en publicar esto, hace más de dos semanas que regresé, ¡snif!), así que he decidido hacerla más cortita, contando a grandes rasgos y con muchas fotografías, que, al fin y al cabo, es lo que más gusta. Divido la crónica en dos, para darle más emocióm, ¡ja,ja! El viaje de ida fue de lo más largo, pero se nos hizo corto por la emoción de visitar al fin Nueva York. Salimos de casa a las seis de la mañana y llegamos al aeropuerto de JFK a las cuatro de la tarde, pero claro, para nosotros eran ya las diez de la noche. En las ocho horas de vuelo nos dieron dos veces de comer y, como esto es un blog gastronómico, aquí os enseño la merienda de Iberia: bocata, yogur y algún dulce:



Nada más aterrizar, mientras esperábamos al resto de la gente para que nos trasladaran a nuestros hoteles, empezamos a hacer las primeras fotos y claro, a la entrada del aeropuerto lo que más había eran taxis, los típicos taxis amarillos que no dejaríamos de ver en los siete días que allí estuvimos. Creo que en Nueva York hay más taxis que vehículos particulares. O, al menos, es lo que parece.


Llegamos al hotel a las seis de la tarde (las doce de la noche para nosotros) pero había que empezar a descubrir la ciudad a pesar del cansancio acumulado. Primera imagen: el parque Bryant, muy cerca de nuestro hotel, con los primeros puestos de comida callejeros. ¡Estábamos en Nueva York!!!


A poca distancia de allí (la verdad es que la ubicación del hotel no podía ser mejor) nos encontramos con Times Square. Lo reconozco, creí que era una gran plaza y "solo" es un cruce de calles, pero las luces de los anuncios y la cantidad de gente que allí hay a cualquier hora del día o de la noche son espectaculares. Pasamos por allí todos los días y uno no se cansaba de ver ese ambientazo.

Descanso obligado (nos acostamos a nuestras cuatro de la mañana, así que habíamos estado 23 horas sin dormir) y primer desayuno en Nueva York que, como no, fue de nivelón. A falta de leche (nosotros no somos de café o té y terminamos comprando bricks de leche para desayunar en el hotel) ese día nos pedimos cereales con yogur y yo no pude evitar probar mi primer muffin, de zanahoria, por supuesto (en la foto está a la izquierda)

Pero antes del dulce había que probar unos típicos huevos revueltos con beicon. Lo que más gracia me hizo es que los acompañaban de pimientos y patatas cocidas, con su piel y todo.

Este es el bar en el que desayunamos, en frente del hotel y debajo de un puente. Era el típico bar americano, pero un poco caro, por lo que fuimos viendo después, aunque mereció la pena el homenaje.

El primer día lo dedicamos por la mañana a visitar el Rockefeller, uno de los edificios más famosos de Nueva York. Nos habían dicho que era mejor subir a ese que al Empire State y nosotros, obedientes. La verdad es que las vistas desde allí son espectaculares, hay menos cola de turistas que en el Empire y mucho más espacio en la zona alta. Una de los miradores estaba cerrado al público y pronto descubrimos por qué. Lo habían reservado para una boda, ¡un miércoles por la mañana en el Rockefeller!!! Creo que fueron los novios más fotografiados y aplaudidos por todos los turistas que allí estábamos.

Una vez abajo, descubrimos en la plaza el lugar donde se pone cada navidad el famoso árbol.


Tras visitar el Rockefeller, seguimos nuestro paseo por la Quinta Avenida y...¿a que no adivináis qué tienda había entre tanta boutique? Por supuesto, un Zara, enorme (uno de los cuatro o cinco que vimos por todo Nueva York). Aquí la prueba:


Uno de los sitios que más me gustaron fue la catedral de San Patricio, tanto por dentro como por fuera. En las películas siempre me había hecho gracia esa iglesia, allí plantada entre tanto rascacielos. Y resulta que es enoooorme, pero luce poco, ¡ja,ja! Por dentro es preciosa, como cualquier catedral gótica de Europa. Lo que más me sorprendió es que entramos en plena eucaristía y eso estaba lleno de turistas (algo inimaginable en España). Eso sí, todos muy respetuosos...aunque pasando hasta por detrás del altar mayor. Yo aproveché para encender un velita a San Antonio, patrón de los enamorados, que por algo estaba de luna de miel, ¿no?


Ahora es cuando me vais a abuchear. Esta es la foto del ÚNICO cupcake que me comí en Nueva York, eso sí, un auténtico red velvet que estaba de muerrrte, pero que llenada como pocos. Por eso no volví a comprarme uno para el desayuno. Yo, incapaz de comer un cupcake entero, dónde se había visto. Para que os hagáis una idea...es que estos americanos hacen todo a lo grande, no solo los edificios. Al lado, mi té con leche de la tienda Financier, que estaba en la Estación Central. La teníamos al lado del hotel y cada mañana bajábamos a "hacer la compra" para desayunar luego en la habitación.



Creo que soy la única turista que ha ido a Nueva York y no se ha traido una foto con un policía de allí, pero es que me daba mucha vergüenza. Era alucinante cómo se dejaban fotografiar con una sonrisa y sin rechistar, rodeados de turistas y sin perder la compostura. ¿Os imagináis eso en España, un turista pidiendo hacerse una foto con una pareja de la Guardia Civil o unos municipales?

Aquí estuvimos, en Wall Street. El sitio en poco turístico, quiero decir, hay cosas mucho más bonitas que ver por la ciudad, pero te encuentras, creo, con la bandera más grande que puedas ver de Estados Unidos. Qué obsesión tienen los yankis con las barras y estrellas, de verdad, están por todos los sitios...pero quedan bien bonitas, eso sí.

Otra obsesión de los americanos...poner mantequilla en todas las comidas. Mirad esta qué bien presentada, con sus especias y todo. Pertenece al crucero que hicimos por el río Hudson, muy, muy recomendable. A nosotros nos lo regalaron unos amigos de regalo de boda y son cuatro horas en las que, aparte de cenar, tienes unas vistas espectaculares de la ciudad, de día, atardeciendo y de noche.


Estos son los primeros platos que tomamos: una selección de ahumados y un plato de queso y embutido (lo que tienen que aprender sobre el jamón serrano, eh?)


Y ya no os puedo poner más fotos de esa cena porque el resto la tuve que hacer yo sola, mientras mi marido contaba las tres horas que faltaban para llegar a puerto, sin poder comer, en la cubierta, porque estaba súper mareado, pobre, qué sufrimiento mientras el resto de parejitas en el salón me miraban raro pensando "¿qué hace esta sola cenando?". Aun así, subió la cámara e hizo estas fotos de las vistas que teníamos.




Y aquí acaba la primera parte. Habrá segunda, lo prometo. Y pronto, espero.



jueves, 16 de junio de 2011

HERITAGE BUNDT CAKE

¡Ya estoy de vuelta!

La verdad es que no ha estado nada mal lo que he hecho en los últimos días, quiero decir, ese maravilloso viaje a Nueva York (aparte de casarme, claro, ¡je,je!). Pero como esto es un blog de cocina, vamos al lío, la receta de mi regreso, que, como no, tiene mucho que ver con Nueva York, porque fue allí donde encontré el molde que llevaba buscando desde Navidad, el preciosísimo modelo Heritage con el que tantas por la blogosfera me habíais puesto los dientes largos.

Pues ya está en mi poder. Fue de casualidad, caminando por las calles de Nueva York me topé con una pequeña tienda de Williams Sonoma (digo pequeña porque luego, de lejos, otro día, vi la grande, grande) y entramos para refrescarnos un poco más que nada con el aire acondicionado y allí estaba, esperándome pacientemente en una estantería, por solo 34 dólares, mi molde soñado. Mirad, porque pesan un montón y luego eso se nota en la maleta, pero era para haberse llevado unos cuantos.

Al grano, que para estrenarlo (nada más regresar a España y después de haber superado el “jet-lag”, que yo creí que era una chorrada pero que a mí me duró un par de días) nada mejor que hacer la receta original que venía en su envoltorio.

INGREDIENTES

440 gramos de harina normal

1 cucharadita y media de levadura en polvo

¾ de cucharadita de sal

250 gramos de mantequilla sin sal

375 gramos de azúcar

4 huevos

1 cucharadita de esencia de vainilla

250 mililitros de leche

PREPARACIÓN

Tener, para empezar, todos los ingredientes a temperatura ambiente y poner a precalentar el horno a 165ºC. Engrasar el maravilloso molde con mantequilla y un poco de harina, retirando el exceso.

En un bol, mezclar la harina, la levadura y la sal y reservar.

En otro bol, batir la mantequilla hasta conseguir una crema y luego añadir el azúcar y seguir batiendo hasta que se integre bien. Id añadiendo los huevos uno a uno, ligeramente batidos, a la mezcla. Añadir la esencia de vainilla.

Ahora se van echando en la mezcla, en tres veces, la leche y la mezcla de harina, alternando y terminado con la harina.

Verter la mezcla obtenida en el molde maravilloso (reitero) y hornear durante 55 o 60 minutos.

Y este es el resultado una vez desmoldado:




Perdonad que no hiciera más fotos, pero de la emoción de que hubiera salido tan bien, sin pegarse, sin quedarse la mitad del bizcocho en el molde, con todas sus ranuritas tan bien definidas….no dejamos siquiera que se enfriara para coger el cuchillo e hincarle el diente.

Se trata de un bizcocho firme, de miga muy compacta, pero para nada seco. Solo está muy rico, pero acompañado de un vaso de leche fría, ni os cuento. Yo le eché un poco de mermelada por encima para desayunar y me encantó.

OBSERVACIONES PARA PRINCIPIANTES COMO YO

No os lo voy a negar, estoy un poco vaga, así que en vez de daros consejos, os remito a los que seguí yo para conseguir el bundt cake perfecto, los que publicó Bea, de El rincón de Bea, que lo explica todo muy, muy bien. Hacedle caso y triunfaréis.

Y si, lo sé, tengo que contaros algo de Nueva York, pero eso lo voy a dejar para la siguiente entrada, si me lo permitís. Ahora tengo que ponerme al día con vuestros blogs, que seguro que están llenos de nuevas cosas ricas.

viernes, 27 de mayo de 2011

ME CASO....


...por eso he estado y estaré (más) ausente unos días de todo este mundo blogueril.
Me acordaré de vosotros en Nueva York, je,je! y prometo crónica culinaria a la vuelta.

¡Feliz fin de semana a todos!




martes, 17 de mayo de 2011

BROWNIE CHEESE CAKE

Por fin ha salido esta receta de mi carpeta de pendientes. Creo que la tenía allí guardada desde hace un año, ¡puf!, mucho tiempo, lo sé. Pero, de repente, el otro día me acordé de ella, pensando en qué podía hacer para celebrar con unos amigos mi cumpleaños (que, un poco más, y lo celebro un mes después de que fuera... ¡maldita falta de tiempo para todo!) y ese fue el postre, que había visto hacía la tira de tiempo en el blog de Bea, El rincón de Bea.

Este postre reúne los dos que más me gustan: el brownie y la tarta de queso, así que no hay que elegir, simplemente tienes todo en uno. Perfecto, ¿verdad?

Si queréis ver la receta original de Bea, pinchad aquí.

Y esta es la mía:

INGREDIENTES

Para el brownie:

185 gramos de de mantequilla reblandecida

30 gramos de cacao en polvo

175 gramos de azúcar

2 huevos

135 gramos de harina

Un puñado de nueces troceadas

Para la tarta de queso:

285 gramos de queso de untar

50 gramos de azúcar

1 cucharada de esencia de vainilla

2 huevos

PREPARACIÓN

Primero hay que preparar el molde donde vamos a hacer el postre, que tiene que ser de un tamaño aproximado de 20x20 para que quede del grosor adecuado. Se enmantequilla el molde y luego se cubre con un papel de horno.

Para hacer la masa del brownie, se derrite la mantequilla en el microondas y luego se añade en un bol con el resto de ingredientes: harina, tamizada, azúcar y el cacao. Batir a mano con las varillas hasta conseguir una masa cremosa y homogénea. Con la ayuda de una espátula, se extiende la crema obtenida sobre el molde que tenemos preparado.

Precalentar el horno a 160ºC y preparar la masa de la tarta de queso. Para ello, mezclar en un bol el queso de untar, el azúcar, los huevos y la esencia de vainilla, hasta conseguir una crema con todos los ingredientes bien integrados.

Con cuidado, a cucharadas, verter esta mezcla sobre el brownie, hasta cubrirlo todo.

Meter en el horno y cocinar durante aproximadamente 45 minutos, hasta que la capa de queso esté dorada.

OBSERVACIONES PARA PRINCIPIANTES COMO YO

La esencia de vainilla es opcional, pero le da un toque muy rico a la capa de tarta de queso, que, por cierto, sale un poco líquida, pero no os preocupéis, que cuaja bien.

Otro ingrediente opcional es el de las nueces, pero es que mí me gusta el brownie con ellas, está mucho más rico.

Derretir en microondas la mantequilla es lo más rápido, pero, aunque se tarde un poco más, es mejor hacerlo con la opción de “descongelar”, para que no tome mucha temperatura y se consiga solo lo que pretendemos: ablandar la mantequilla para que se pueda trabajar mejor.

En la receta original de Bea, ella mezclaba las dos masas, consiguiendo un efecto marmolazo. Es otra opción, pero yo preferí que se vieran bien todas las capas, aunque para la próxima vez lo haré en un recipiente más pequeño, para que no quede tan fina la de queso.

Hablando de gustos, también está el de calentar un poco este postre antes de servirlo. Alguno de mis invitados lo hicieron (a mí me daba no-sé-qué con la capa de queso) y les pareció que estaba mucho más rico que frío. Acompañado con un poco de helado de nada, ideal.





martes, 3 de mayo de 2011

PASTELITOS DE POLLO


Me acabo de encontrar con las fotos de este plato así, de casualidad, en el escritorio de mi ordenador. Ni me acuerdo del tiempo que hace que probé esta receta, pero debe de ser una señal para publicar algo ya, así que, allá vamos.

Recuerdo que estos rellenos me encantaron, aunque no los he vuelto a hacer. Para nada quedan secos y se hacen en un momento. La receta la saqué de un libro titulado “101 recetas de pollo”, que está lleno de buena propuestas, ya sean para dos, platos ligeros, guisos contundentes…todo hecho con pollo, que creo que es una carne que suele gustar a todo el mundo, así que, éxito asegurado.

INGREDIENTES

2 lonchas de beicon

1 pechuga de pollo

Masa de hojaldre

Queso tierno

Cebolla al gusto

PREPARACIÓN

Freir el beicon en tiras (yo lo hice al microondas, porque es más rápido y limpio) y pochar la cebolla, también cortada finita. Hacer en la sartén la pechuga de pollo, troceada y sazonada.

Calentar el horno a 200ºC y extender la masa de hojaldre en cuatro trozos. Añadir el relleno en el centro de cada uno, compuesto por el beicon, la cebolla, la pechuga y el queso en taquitos. Cerrar bien los pasteles y hornear hasta que se doren.

Servir caliente.

OBSERVACIONES PARA PRINCIPIANTES COMO YO

Vamos, que esto no necesita más explicación, es como hacer unas pequeñas empanadas al gusto. En la receta original son picantes y le echan guindilla, así que si os atrevéis.

Recuerdo que yo tenía un bote de bechamel a medio terminar y aproveché para echar un poco en cada una de las empanadas. Quedó muy jugoso por dentro.