viernes, 25 de septiembre de 2009

Bea y la crema de cacahuete

Hacía mucho que no publicaba uno de mis bizcochos. Como comprobaréis, es de lo que más recetas tengo…¡y los que me quedan! (y no es una amenaza, ¡je,je!)

Me encanta hacer bizcochos con sabores y texturas distintas, probar con diferentes ingredientes, más sencillos, un poco más elaborados…Son de las mejores recetas para curiosear en la cocina y después regalar, sobre todo ahora que comienza el otoño y apetece a media tarde el café con un trocito de bollo casero.

Mi “flechazo” con este BIZCOCHO DE REQUESÓN Y CREMA DE CACAHUETE, una de las primeras recetas con las que me atreví, vino por ese ingrediente principal, la crema de cacahuete, idealizada en mi subconsciente por las películas americanas en las que todos los niños merendaban un sándwich de crema de cacahuete. Yo pensaba que eso debía de estar delicioso, y no la mortadela con aceitunas de mi infancia. Pero, una vez más, lo patrio es lo mejor y cuando por fin compré el bote con la excusa del bizcocho y le hinqué el diente, casi me da algo. Realmente sabe a cacahuete, no hay duda, y eso en bocadillo no está rico, de verdad. Los cacahuetes para acompañar con una cerveza o refresco, de picoteo, pero, ¡por dios!, no entre pan. Estos americanos…

El caso, que me enrollo, que el bote de cacahuete ahí está, esperando pacientemente a que haga mi enésimo bizcocho, aunque he de confesar que, untado un poco en plátano, se deja comer….

La receta fue una de las primeras que saqué del blog-biblia de cocina de Alicia, Canecositas, del que ya he publicado varias recetas. Esta mujer no tiene límite, es todoterreno y me encanta.

Si queréis ver la receta original de Alicia, buscadla aquí.


Y esta es la mía:

INGREDIENTES


160 gramos de harina integral

1 sobre de levadura en polvo

250 gramos de requesón

200 gramos de azúcar

100 gramos de crema de cacahuete

3 huevos

Una pizca de sal

Piñones y azúcar para decorar


PREPARACIÓN

Lo primero de todo es separar las yemas de las claras. Se reservan estas últimas y se baten las yemas con el azúcar, hasta que esté todo bien integrado.

Después, se va añadiendo el resto de ingredientes: requesón, crema de cacahuete, la harina y la levadura, hasta conseguir una mezcla homogénea

Precalentar el horno a 180ºC.

Por otra parte, se baten las tres claras a punto de nieve y, cuando ya estén, con una espátula, se añaden a la mezcla anterior hasta que se integren.

Ahora se prepara el molde donde se va a hacer el bizcocho. Para ello, como siempre, se engrasa con aceite o mantequilla derretida, que se extiende bien por el fondo y las paredes y, si se quiere, se pone también encima papel vegetal, lo que facilitará el desmolde posterior.

Se vierte la mezcla en el molde y, por encima, se espolvorea un poco de azúcar y se le echan los piñones.

Tendrá que estar en el horno alrededor de media hora. Comprobar antes de sacarlo que se ha cocido bien por dentro. Para ello, se pincha con un palillo y si sale limpio es que ya está.

OBSERVACIONES PARA PRINCIPIANTES COMO YO


Es mejor que mezcléis los ingredientes con la batidora eléctrica, en vez de a mano, porque son ingredientes bastante espesos (requesón, crema de cacahuete) y tardan un poco en integrarse bien.

Aunque veáis que la mezcla queda un poco densa, no os preocupéis. Es difícil de trabajar, sí, pero en cuanto le echéis las claras a punto de nieve, se suavizará y quedará más suelta y líquida.

El sabor del bizcocho, por experiencia, será más intenso a cacahuete o no según el tipo de crema que uséis. Las hay de dos sabores: suave y fuerte. Elegid según vuestra pasión por el cacahuete.

Yo he usado aquí harina integral, pero en otras ocasiones lo hice con harina normal y queda igual de rico. Así que el no tener harina integral no es excusa para no probar este delicioso bizcocho.


lunes, 21 de septiembre de 2009

Bea y la estrella del fin de semana

Si ha habido un protagonista en mi pasado fin de semana, ha sido este postre, la CHOCOQUESADA, que ya estáis tardando en hacer. ¡Menudo descubrimiento! Y todo gracias a Laura, de Delicias y Tentaciones, una murciana la mar de simpática que hace unos postres y tartas para quitarse el sombrero.

Con las tartas todavía no me atrevo, ya sabéis que soy “amateur”, pero visito su blog muuuuy a menudo, porque hace unas cosas riquísimas, y el otro día presentó esta quesada especial que no me podía quitar de la cabeza. Así que me armé de paciencia para esperar al fin de semana y hacerla, no una, sino dos veces, ¡ja,ja! El viernes por la noche, como postre para la cena de unos amigos y el domingo, para coronar la comida de despedida del verano (¡snif!). Aquí triunfó sin duda y todos comieron un poquito, aunque lo de antes había sido contundente. Alguno incluso repitió, porque había hecho dos para no quedarme escasa.

Y sé de buena tinta que no fui la única tentada con este postre que nos descubrió Laura. El otro día lo vi en el blog de Canelona que también había sucumbido, ¡je,je! y que había hecho algún “tuneo” de los suyos (por ejemplo, sustituir el queso de untar por queso mascarpone) que seguro que también le daba un toque especial…por algo es toda una maestra.

Sólo deciros que os paséis por el blog de Laura y veréis qué cosas más ricas. Yo prometo poner alguna otra receta suya pronto aquí….¡tengo tantas para elegir!

Si queréis ver la receta original de Laura, pinchad aquí.



Y esta es la mía:

INGREDIENTES

125 gramos de azúcar

1 tarrina de queso de untar (200 gramos)

Una cucharada y media de harina

1 bote pequeño de nata líquida (200 mililitros)

40 gramos de mantequilla a temperatura ambiente

2 huevos

75 gramos de chocolate negro

PREPARACIÓN

Hay que ir mezclando los ingredientes, menos el chocolate, poco a poco, para que se integre todo bien.

Se pone a precalentar el horno a 170ºC.

En un molde redondo, previamente engrasado o forrado con papel vegetal si se quiere desmoldar luego, se vierte toda la mezcla.

Ahora es el turno del chocolate. Se funde al microondas y se vierte con cuidado sobre la mezcla, intentando que vaya cayendo despacio, en hilillos.


Una vez que está todo el chocolate sobre la mezcla, se coge con la punta de un cuchillo y se hacen círculos para que quede con el efecto deseado.

Meter en el horno durante 35 minutos y dejar enfriar antes de desmoldarlo y comerlo.

OBSERVACIONES PARA PRINCIPIANTES COMO YO


Como acabáis de leer, su preparación no tiene ningún misterio, pero el resultado es espectacular, rico, rico de verdad. Ahí van algunos consejos:


Yo no forré el molde porque como lo llevaba “de viaje” no me hacía falta. Pero os recuerdo que lo mejor es fundir un poco de mantequilla para extenderla con una brocha por todo el fondo y las paredes del molde. Con eso saldrá la quesada más fácilmente pero si queréis, podéis también poner un papel vegetal encima del molde engrasado para verter sobre él la mezcla y entonces seguro que se os desmolda muy bien.

Laura dice en su receta que con esas medidas la quesada queda un poco pequeña, pero para mí fueron suficientes para llenar un molde redondo de tamaño medio. Todo depende de la cantidad de comensales que haya…o de lo golosos que seáis.

Lo mejor es ir mezclando los ingredientes poco a poco, en vez de todos juntos, para que se integren mejor. Sobre todo si lo hacéis a mano, como lo hice yo, auque también se puede usar la batidora eléctrica, por supuesto. Yo batí primero los huevos, luego añadí el azúcar, después el queso (ahí tuve que estar más rato para deshacer todos los grumitos), la harina, la nata y la mantequilla, pero el orden da igual, seguro.

Aunque cuando saquéis del horno la quesada veáis que se desinfla en un momento y queda planita, es normal. Queda bastante fina, así que si queréis que queda más alta, poner más cantidad de ingredientes, usar un molde más alto y tendréis, supongo, que esperar a que cuaje en el horno más tiempo. Eso se ve pinchando con un palillo y comprobando que este sale limpio, ya sabéis.

Como en otras tartas con queso, no sé por qué será, pero sabe más rica de un día para otro. Así que, si lo podéis planificar con tiempo, haced este postre un día antes de que lo vayáis a comer y tenedlo en la nevera hasta que llegue el momento de hincarle el diente.

Aunque yo no soy mucho de chocolate negro, la mezcla de ese sabor tan fuerte con el queso está muy bien. Además, te encuentras algún que otro trozo por dentro de la tarta, de hilillos que fueron un poco más densos y es agradable. Eso sí, pronto la probaré a hacer con chocolate con leche o incluso blanco, que es mi favorito, seguro que está también muy buena.



jueves, 17 de septiembre de 2009

Bea... con permiso

Hoy me atrevo a publicar uno de los dulces más ricos y típicos de Portugal, los famosísimos PASTELITOS DE BELEM.

Por eso digo lo de “con permiso” porque, por supuesto, no quedan como los archiconocidos pasteles de los que os hablé hace poco en mi post sobre mis vacaciones en Portugal. Eso sí, estos también tienen su encanto: están ricos y son facilitos de hacer, ¿qué más se puede pedir?

Me he animado a publicarlos porque me lo ha pedido mi amiga Sara, una enamorada del país vecino, que tiene unos días libres y quiere aprovechar para experimentar en la cocina (ya me contarás qué te parecen).

La receta la empecé a buscar nada más volver de Portugal, para ver qué se podía hacer, y encontré esta tan sencilla en el fantástico blog de Rosa, Bocados dulces y salados, del que ya os he hablado y al que acudo con frecuencia, aunque sólo sea para ver las cosas tan ricas que hace y las preciosas fotos que, oye, mirarla y hacérsete la boca agua es todo uno.


Si queréis ver la receta original de Rosa, pinchad aquí


Y esta es la mía:

INGREDIENTES


4 yemas de huevo

8 cucharadas de azúcar

4 cucharaditas de Maicena

200 mililitros de leche

100 mililitros de nata

Un chorrito de esencia de vainilla

200 gramos de masa quebrada

Azúcar y canela para espolvorear

PREPARACIÓN


Primero se prepara la crema de los pasteles. En un bol se vierten las yemas del huevo y el azúcar y se bate hasta que quede todo bien integrado.

Después se añade la Maicena y se vuelve a batir. Por último, se echa la leche y se mezcla todo bien.

Esa crema se pasa a un cazo y se calienta a fuego lento mientras se da vueltas con una cuchara de madera, hasta que la crema se espese y tome consistencia.

Cuando haya espesado, se retira del fuego y se pone a enfriar sobre un paño húmedo. Se le echa la esencia de vainilla y se remueve para que se mezcle.

Una vez que se haya enfriado, es el momento de echar la nata y remover para que se integre.

Ahora se preparan los moldes. Se tiene que extender con un rodillo la masa quebrada para que esta quede finita. Se corta la masa en redondo (con un vaso, por ejemplo) y se pone en los moldes (pueden ser de madalenas si no tienes alguno especial), aunque antes es mejor que los hayas espolvoreado con un poco de harina, para que luego no se peguen.

Ahora es el momento de verter la crema, ya fría, sobre la masa quebrada. Se hornean durante 8 minutos en el horno precalentado a 250ºC.

Cuando se terminen de hacer, para parecerse más a los originales, se pueden espolvorear con azúcar y canela.

OBSERVACIONES PARA PRINCIPIANTES COMO YO


Como veis, no tienen mucho misterio, pero ahí van algunos consejillos:

Paciencia a la hora de tener la crema en el fuego removiendo con la cuchara de madera. Parece que no al principio, pero de verdad que espesa en un ratito.

Si no tenéis a mano esencia de vainilla, no pasa nada, saldrán igual de ricos.

Yo los he hecho tanto con masa quebrada como con hojaldre. La única diferencia es que, en este último caso, hay que pinchar el hojaldre antes de verter la crema para que no suba en el horno la masa.

Los círculos de masa se hacen muy bien con una flanera pequeña, como habéis visto en las fotos. Los moldes que yo utilicé son los que tengo de silicona para madalenas, pero cualquier molde redondito os vale.



miércoles, 9 de septiembre de 2009

Bea y las galletas impronunciables

Si es que cuando se me mete algo entre ceja y ceja…pues nada, que el otro día, paseando con el ciberespacio culinario, me tropecé con las últimas galletas de El rincón de Bea y no tuve más remedio que hacerlas.

Y esta vez, parece que salieron bien, ya sabéis que no soy muy hábil con el tema galletil, hay que practicar más. Pero estas resultaron realmente fáciles, aunque Bea (la de El Rincón, no yo) dice que quedan blanditas por dentro. Bueno, a mí me quedaron duras por dentro y por fuera, quizá las dejé más tiempo del necesario, pero, aún así, volaron en cuanto abrí la caja y las di a probar.

La única pega, el nombre, porque la gente te dice: “¡qué ricas!, ¿qué son?” y tú eres incapaz de contestarle sin poner cara rara ni titubear: “pues qué van a ser….SNICKERDOODLES de toda la vida”.

No tardéis mucho en hacerlas, están riquísimas, lo que más me gustó, personalmente, fue el toque que le da la nuez moscada (me encanta esa especia) y el aroma que deja en la casa después de hornearlas.


Si queréis ver la receta original (y un poco de historia de las galletas), pinchad aquí.


Y esta es la mía:


INGREDIENTES


125 gramos de mantequilla a temperatura ambiente

110 gramos de azúcar

1 huevo batido

1 cucharadita de extracto de vainilla

250 gramos de harina

Media cucharadita de nuez moscada

Tres cuartos de cucharadita de levadura química

1 pizca de sal

1 cucharadita de canela

1 cucharada de azúcar


PREPARACIÓN


Lo primero, hay que preparar la harina, la sal, la levadura química y la nuez moscada. Todo eso se tamiza y se reserva en un bol.

En otro recipiente, batir la mantequilla con el azúcar hasta que se integre todo bien y quede una crema blanquecina. Añadir el huevo batido y seguir mezclando para que se integre. Añadir también el extracto de vainilla.

Ahora, poco a poco, se va echando en esta mezcla la harina (que estaba con la levadura, la sal y la nuez moscada) y se sigue batiendo para que todo quede bien mezclado.

En un plato hondo aparte, se mezcla la cucharada de azúcar con la cucharadita de canela. Ahí se rebozarán las bolitas de masa. Mientras tanto, se enciende el horno a 180ºC.

Las bolitas tienen que ser del tamaño de una nuez, más o menos. Se pasan por el plato con azúcar y canela y se ponen en la bandeja del horno, que se cubre con papel vegetal para que no se peguen las galletas.

Se aplasta un poco cada bolita y se deja una separación entre cada una de ellas, para que no se junten luego al cocer.
Se hornean durante quince minutos. A media cocción, se abre el horno y se le da la vuelta a la bandeja, para que todas las galletas se hagan por igual.

Sacar del horno y dejar reposar un par de minutos antes de pasarlas a una rejilla para que se enfríen del todo.

OBSERVACIONES PARA PRINCIPIANTES COMO YO


Os lo prometo, son muy fáciles de hacer, a mí me salieron a la primera, así que seguro que no tienen mayor complicación para vosotros. Sólo unos consejillos:


Si se os ha olvidado sacar la mantequilla para que esté a temperatura ambiente o si, simplemente, queréis que esté todavía más blanda (incluso líquida) para que se integre mejor con el azúcar en el primer paso, meterla unos segundos en el microondas. Yo lo suelo hacer porque luego me resulta más fácil trabajar con ella y no me quedan grumos.


No hace falta que las bolitas, una vez aplastadas, se separen mucho las unas de las otras, porque no crecen tanto como otro tipo de galletas, así que casi no hay “peligro” de que se peguen entre ellas.


Con esta receta salen unas 24 galletas.


La masa que se obtiene no es muy difícil de trabajar, queda como arenosa pero no muy pegajosa. Si queréis, podéis untaros un poquito las manos con aceite para poder hacer las bolitas mejor, pero casi no se pega, así que se pueden hacer fácilmente.