31 de diciembre. 9.30 de la mañana. Yo totalmente dormida en la cama, para algo era mi primer día de vacaciones de Navidad. Además, anoche llegué un pelín tarde a casa y, además, “chispita” total por el champán que nos habíamos tomado en el trabajo, por eso de celebrar el fin de año, ya sabéis.
Suena el portero de abajo. ¡Menudo susto! Se levanta mi chico a abrir pero rápidamente vuelve a la cama y masculla algo así como “traen un paquete para ti” y se da la vuelta, acurrucándose (él también llegó tarde, conmigo).
Con un solo ojo abierto me hago una coleta, me pongo un jersey viejo de andar por casa encima del pijama e intento poner cara de despejada esperando a que llegue el repartidor de la empresa (treinta segundos sólo de tregua, así que, imposible). Seguro que se quedó flipado con mi careto cuando salió del ascensor, pero lo disimuló muy bien. ¡Qué profesionalidad!
Me confundo al firmar, lo hago en otro sitio, pido disculpas, felicito el año y vuelta a la cama. Por el camino miro el paquete. Primera sorpresa: viene de Sagunto. ¡Qué casualidad! Yo viví en Sagunto (bueno, en el Puerto de Sagunto) desde que tenía tres meses hasta los cinco años. Y luego, hasta 1991, estuve yendo todos los veranos de mi vida, el mes de julio completito en la playa. ¡Qué tiempos, snif!
Así que mi AIG es de allí, lo cual me hace mucha ilusión, así que dejo la cama y me pongo a desembalar, ¡qué nervios!
Llevaba esperando a mi amiguita invisible desde hacía mucho, incluso creí que ya se habían olvidado de mí y le mandé un mail a Ana, de Delicias y Tentaciones, encargada de toda esta maravilla, para comentarle el caso. Es que, ¡jopé!, la que me había tocado a mí recibió mis regalos el pasado 15 de noviembre, casi nada (por cierto, pinchad aquí si tenéis curiosidad por ver quién recibió qué).
Pero ya llegó esta mañana y tengo que decir que la espera ha merecido la pena. Sí señor, pedazo de regalos. Aquí una foto general, para que echéis un vistazo.
Como podéis ver, aquí hay un libro de decoración de galletas increíble, unos medidores americanos que me van a venir de perlas porque no tenía, unos cortapastas para hacer mis pinitos en el “mundo galletil”, unas delicias caseras para devorar (ya les he metido mano, por supuesto), un bolsito muy práctico y colorantes en pasta.
Aquí las cosas de no comer más de cerca. Lo que más ilusión me ha hecho han sido los colorantes, porque en mi ciudad no los encontraba por ningún lado, así que genial.
Detalle del libro de galletas, un poco profesional para mis inicios, pero precioso.
Mirad qué cosas más bonitas te encuentras dentro
Y aquí, lo más rico, unos biscotti que estaban de muerte y unas almendradas con un sabor intenso a mantequilla increíble. Aprovechando el “madrugón”, hemos desayunado como reyes…(espero que mi AIG tenga tiempo para mandarme pronto las recetas, porque están realmente ricos)
¿Y a quién le tengo que dar millones y millones de gracias? Pues a Andrea, de Sweetie Cakes, un blog que no conocía pero que ya me he apuntado en favoritos.
Andrea, me han hecho mucha ilusión tus regalos, son fantásticos, cómo se nota que eres toda una profesional. Si algún día vuelvo al Puerto de Sagunto, habrá que ir a visitarte y conocernos en persona.
Ana, una vez más, muchas gracias por esta iniciativa, me lo he pasado en grande: buscando los regalos de mi AIG, esperando a ver cuándo le llegaba, pasando nervios y mirando el buzón cada día a ver cuándo venían mis regalos….vamos, que el próximo año repito seguro.
Y, aprovechando este último post de 2009….
¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!
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