Me encanta en estos días de frío tomarme para cenar una sopita caliente. Con esto de no tener tiempo para nada, pues me hago una de sobre y arreando. Pero la semana pasada tuve unos días libres y aproveché a meterme en la cocina. Quería algo sencillo y sano, debido a he empezado una pequeña dieta para bajar el colesterol (qué crisis cuando vi los análisis, por favorrrr!, menos mal que el médico me ha dicho que no me preocupe, que es muy poquito lo que tengo de alto, ¡uf!). El caso, que tanto había oído hablar de la sopa de cebolla que empecé a “estudiar” recetas en distintos blogs y me inventé algo facilito con lo mejor de todas ellas.
Aquí os la presento:
INGREDIENTES
2 cebollas
2 cucharadas de aceite
1 cucharada de harina
Medio vaso de vino blanco
1 cucharada de tomate en polvo
1 litro de caldo de verduras
Sal
PREPARACIÓN
En primer lugar, se pelan y se parten muy finas las dos cebollas, para ponerlas a pochar con un poco de sal en una cazuela con las dos cucharadas de aceite.
Cuando estén transparentes y blandas, se le añade la cucharada de harina y se remueve un poco, para añadir después el medio vaso de vino blanco. Dejar hervir un rato para que se consuma el caldo un poco.
Añadir a la cazuela el litro de caldo de verdura y la cucharada de tomate en polvo.
Hervir, a fuego bajo, durante un cuarto de hora.
OBSERVACIONES PARA PRINCIPIANTES COMO YO
La primera fase de pochar las cebollas dura algo así como un cuarto de hora. Es mejor estar ahí, dándole vueltas de vez en cuando, para que no se peguen ni se hagan demasiado. Sólo que se ablanden y se queden transparentes.
El vino blanco le da un sabor muy rico a la sopa (¡hips!, je,je) pero podéis prescindir de él o añadir otro alcohol que os guste más.
El toque de tomate se me ocurrió porque en una de esas compras compulsivas que todas tenemos (no lo neguéis) había comprado tomate en polvo y no lo había estrenado todavía. Así que me pareció una buena ocasión. Le da un toque de sabor y color bien bueno.
Yo le eché caldo de verduras porque era el que tenía a mano, pero he leído que también se puede hacer con otros tipos, como de pollo, de pescado...depende del sabor que más os guste.
Como me parecía un poco lío comer la sopa con la cebolla en tiras (me iba a poner pingando, lo sé), decidí batir todo bien cuando templó, para que quedara una sopa sin “tropezones”. Pero la original de la gastronomía francesa es así tal cual y, además, con pan tostado y queso gratinado por arriba. Delicioso, seguro, pero yo ahora no puedo tomar queso en una temporada, ¡snif!, así que esperaré a recuperarme del todo para probar la receta tradicional.